Nuestro paso es un suspiro en el universo. Somos casi insignificantes, pero significamos algo. Pasamos por el cosmos, movemos algunas partículas. La vida ( o lo que llamamos vida), es un misterio y aquí estamos. En todo caso, creemos que estamos y somos. Dicen que la vida es tan pequeña, corta e irrepetible pero es realmente eterna.
La vida es un tránsito hacia la transformación. Morimos como nos conocemos y nos hacemos otra cosa en el universo. Es decir, solo una vez somos así –como ahora que tú lees esto que yo escribo– conscientes de lo que nos rodea. Entonces, esto que llamamos vida, este trance al que llamamos vida humana, que es corto y efímero, es en realidad un estado temporal de consciencia. Y esto último es lo que es corto, pero no la vida.
Solo existe la vida y la transformación (que mal llamamos muerte). La carne se transforma, y esta consciencia, este lenguaje en el cerebro, se desvanecen. No existe la muerte, solo es un cambio. El cambio de la materia que va de una forma a otra.
Como materia somos eternos. La consciencia es lo que tiene un principio y un final. Es a ella a la que nos aferramos. Es tan irrepetible la materia que solo en este instante —ahora– somos esto.
¿No es a caso interesante reflexionar sobre lo que somos como individuos? ¿Que todas esas células que nos componen (y son materia), se mantengan unidas formando esta unidad de sistemas al que llamamos ser vivo? Y este ser vivo, a la vez, se une con otros formando otras unidades.
Compartimos con los animales la percepción sensorial. Por eso sabemos, o creemos, que están vivos. Por eso algunos se olvidan de que las plantas o los hongos también son otras formas de vida. Pero ellos no tienen un lenguaje, ni hacen el relato de lo que son.
¿Y los metales y las piedras? No te confundas, están ahí porque antes sirvieron en la fórmula que dio origen a este escenario, a todas las formas de vida a las que hemos nombrado.
Sin embargo, somos esto que somos una vez. La diferencia con el resto de cosas del universo es la consciencia de que estamos aquí. Siempre estaremos, transformados otras formas. Pero solo seremos una vez:
La materia es vida eterna, es infinita. El ser, en cambio, es solo una vez: Yo es finito.