Todo esto ocurre en Arequipa.
Era de noche. Por la calle la Policía perseguía a balazos a un grupo de hombres que se perdió en el horizonte hasta hacerse diminuto.
Desde ahí, a unos metros, de un pequeño auto, un Tico, bajaron a Henry Chuclla gimiendo débil. Estaba agonizando. Le habían disparado por la espalda dos veces. Por la espalda. Una de las balas entró por el pulmón y reventó el corazón sin orificio de salida.
Los protestantes eran agricultores que durante decenas de días (y antes de eso años) habían estado manifestándose por las calles, mostrándose en contra de la realización del proyecto minero Tía Maria, el cual envenenaría —entre otras cosas– el agua y afectaría sus actividades agrícolas.
Quizá Henry estaba huyendo, rendido ante el azote policial sin saber que la bala a traición lo tumbaría para siempre.
Con lo peligrosa que es la minería de tajo abierto, la compañía Southern Perú, dueña del proyecto, insistía en realizarlo con la venia de los gobiernos de turno que disfrazaban la destrucción de progreso.
Dos años atrás…
Esto ocurre en los minutos que, durante un tiempo, leía las noticias frente al computador.
Se diría, por ello, que la letra de la canción es una columna de opinión musicalizada y escrita en rimas. Estaba leyendo, como decía, las noticias. Entre los titulares del portal figuraba: los científicos habían pronosticado el fin del planeta tierra. Este evento sería dentro 5 mil años, al cabo de esto el planeta desaparecerá.
El calentamiento global es una consecuencia de la industria —pensaba– es decir, de las compañías que anteponen la vida misma, a la ganancia del dinero.
En parte, aquello también es porque el resto de seres humanos lo permitimos. Somos más quienes no somos dueños de los grandes capitales que mueven la industria que contamina el mundo. Saliendo a la calle se podía ver que las personas alrededor habían perdido su capacidad de indignarse por estos sucesos.
En parte también, culpables por no alzar la voz, por no exigir que esto se detenga a favor del planeta, de la vida. Pero chantajeados por los dueños de los medios de producción que generan trabajo.
Un sistema económico centrado en lo metálico, el dinero, crea políticas educativas que garanticen la continuidad de este sistema auto-destructivo. Así, como en sus industrias, fabrican ciudadanos en serie (esta imagen no es nueva, Pink Floyd habló claramente de este suceso en The Wall – 1979).
Así escribí la primera estrofa.
El tiempo transcurrió. Pasarían dos años de la lectura de esa noticia y de las reflexiones a las que me llevó, cuando otra vez leyendo los titulares, había estallado en Perú aquella lucha por la defensa del agua en Arequipa que narraba al principio.
Entonces, volví a aquellas letras empolvadas hace dos años para por fin terminar mi columna de opinión, la reflexión sobre qué hacen los medios, el sistema educativo y las empresas para mejorar la sociedad.
Los medios estigmatizan a quien propone estos temas de reflexión. En Perú, específicamente, quien sostenga estos argumentos es calificado de terrorista o de subversivo.
El sistema educativo se encarga de formar a los chicos para extirparles todo sentido crítico, por un lado, y ocultar la verdad de la historia. Nos tienen adormecidos. Un círculo vicioso que nos mantiene en la inacción. ¿Eso es lo que le enseñamos a la niños?
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Dicen que en cinco mil años
desaparecerá el planeta.
Aunque por placeres más extraños,
hemos muerto hace eras.
Del calentamiento son culpables
los que ya nunca protestan,
que en las fábrican de humanos
traten de educarnos pa’ un sistema.
Ah… Dime cómo ven los niños diario.
Ah… dime cómo hay que educarlos.
Cierto grupo de empresarios
lucha por un proyecto minero.
Cuando se termine el agua
no podrán beberse su dinero.
Dicen que una vaca contamina
más que el humo de los autos.
Y que un hombre libre es suversivo
porque le temen al cambio.
Ah… dime cómo ven los hombres diario.
Ah… dime cómo hay que informarlos.
(Armónica)
Ah… dime cómo ven los niños diario.
Ah… dime cómo vamos a educarlos.
Ah… dime cómo ven los hombres diario.
Ah.. dime cómo vamos a informalos.
Ah… dime cuánto cuesta una portada.
Ah… dime cómo ven los niños diario…
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