Etiqueta: folk

  • Cantar de Agapito

    Todo esto ocurre en Huancayo.

    Entrando por el camino empedrado de una casa, estaba el jardinero, un hombre viejo de baja estatura, algo encorvado,  terminando de cortar el pasto. Buenos días, joven –dijo
    Le contesté el saludo asintiendo con la cabeza y una sonrisa.
    —Tocas guitarra también –agregó intentando sonreír tímido.
    —Sí –le dije-. ¿Y quién también?
    El viejo se reía sin mover la boca tímidamente y respondió:
    —Yo también, pues, joven. Toco mis huaynos de vez en cuando.
    —Que bonito, señor. Cuando acabe lo suyo,  no sé si querrá tocar algunos, si no es mucho pedir –respondí.
    —Ya ahorita, justito, he terminado, joven, si quieres me esperas, lavo mis manos, no vaya ensuciarse tu guitarra –se fue por unos minutos hasta el caño del jardín.

    Esperando sentado en el camino de piedra, le veía venir secándose las manos con la ropa.  Se sentó conmigo. Tocaba la guitarra hermoso. Quizá no era un virtuoso, o un estudioso del folklore (¡él era el folklore mismo!). Pero sus manos gastadas, toscas, de uñas con bordes negros, esas que tienen los hombres que trabajan toda su vida,  pulsaban la guitarra con un cuidado solemne admirable transmitiendo lo indecible. Algo que te traslada a las alturas, al cerro lindo, a la nostalgia de una nación.

    —¿Desde cuándo es guitarrista? –le pregunté al termino del primer huaynito.
    —Siempre he tocado, desde joven, joven. Pero para mí gusto nomás.
    —¿Cuantos años tendrá usted, señor?
    —Uhhh… Ochenta y dos años, poco más –vuelve a reír tímidamente- ni recuerdo bien ya mi edad, joven…

    La casa era de Olaf Ríos, un amigo muy querido que suelo visitar siempre cuando voy a Huancayo. Ahí aquél buen señor embellecía las flores de su jardín.

    —Siempre ha sido jardinero, ya le he visto, ahí, tratar con cariño a las plantitas
    —Me gustan… arreglarlas, dejarlas hermosas. Paciencia hay que tener, joven. Antes mis chacras tenía, allá por arriba –señala al este en dirección al distrito de Cochas-, sembrábamos choclo, papas, cebolla, pero después ya no se pudo. Un dueño de nuestras tierras apareció con papeles y con todo se quedó, fui a quejar en las autoridades, pero nadie me escuchó, papeles me pedían y no tenía, joven –se aflige y afina la sexta cuerda tocándola con el dedo pulgar varias veces-. Hasta mi casa, todo, joven, se han quedado. Tuve que ir más arriba –señala al este de nuevo- pero arriba arriba, ya en el cerro, ahí hice mi casa, papeles tampoco tengo, pero ahí quién, pues, me va a botar si ahí nadie quiere ir.
    —¿Y nadie le ayudó? –pregunté-.
    —Nadie me ayudó, joven, a los pobres así no tratan. Pero no importa, a mí no me importa ya eso, joven, tranquilo vivo así como estoy, luego cuando uno se queja peor es. A mi edad vas darte cuenta que con poco se vive, joven, tomar lo que  se necesita. Muerto ya nada de lo que tengas sirve, ni guitarra ni tierras te llevas. Todo se queda, tranquilo por eso vivo yo.

    Nos quedamos unos minutos en silencio.
    —Bueno, joven, paso a retirarme, podrás entrar a la casa y llamar a la señora para que me pegan y retirarme.
    ——Señor, ¿cuál es su nombre? –le dije entrando a la casa
    —Agapito, me llamo. Agapito Chunga.

    En este vídeo está la letra y la canción, si continúas bajando encontrarás solo la letra escrita en estrofas.

    [youtube https://www.youtube.com/watch?v=CVORj1oyY1g&w=800&h=422]

    “Toma lo que necesitas y no tomes más
    Son las leyes de la vida, para qué acumular”.

    Agapito es un hombre del cerro,
    si ha traído guitarra es mejor.
    Sus dolores son más que sus sueños,
    sus sonrisa un gobierno extinguió.

    Para el hombre no existe un poema,
    porque andar el camino es mejor,
    y encontrarse a la naturaleza
    como madre que le covijó.

    “Toma lo que necesitas y no tomes más,
    son las leyes de la vida, para qué acumular.”

    Agapito y la tierra ahora lloran,
    con su caña acompaña el dolor.
    Los acumuladores insisten
    en llevarse lo que el cultivó.

    Para el hombre no existe un gobierno,
    los derechos son una ficción.
    Y acumulando cosas no sirve,
    si a la muerte te vas desnudo.

    !Los acumuladores están acabando,
    con los recursos del mar,
    con las ilusiones y el canto
    de los soñadores del campo,
    con seres humanos buscando equilibrio,
    con toda la vida y la paz.!

    Pero Agapito sabe
    que acumular cosas materiales no sirve de nada,
    la muerte nos lleva a todos,
    y todos nos vamos igual…

    Toma lo que necesitas y no tomes más
    son las leyes de la vida pa qué acumular…

    Para qué acumular
    si todos nos vamos igual?

    Para qué acumular, si todos nos vamos igual (x4)